20. Retratos y Autorretratos

A cada uno de los autorretratos de Durero se le ha considerado como punto de inicio de una nueva época de su vida y producción. El museo de Viena, Albertina, que alberga la colección gráfica sobre papel más importante del mundo en dibujos, acuarelas, planos y fotografías incluyendo la mayor cantidad de piezas del artista, cuenta en su colección con el dibujo del primer autorretrato de Durero a los 13 años en la técnica de punta de plata, que data de 1484. Esta pieza inaugura su biografía tal como la conocemos ahora. (Koerner, 37). El texto en el ángulo superior derecho de la hoja, fue añadido por Durero muchos años después y dice: “Esto lo dibujé yo mismo desde un espejo en el año 1484, cuando era niño. Alberto Durero”.

Desde inicios del Renacimiento los autorretratos incluidos dentro de obras comisionadas a diferentes artistas, servían como firmas pictóricas tanto al norte como al sur de los Alpes. (Chapman,192). Solían aparecer como ellos mismos o representando a personajes dentro de la composición. En el primer caso, Durero aparece en el centro del lienzo “El martirio de los diez mil cristianos” acompañado del renombrado humanista Conrad Celtis en una conversación entre pares; en el segundo caso, se representa como uno de los Reyes Magos en la tabla “La adoración de los magos”.

Sin embargo, esta práctica no siempre fue bien recibida. Si nos remontamos a la antigüedad Plutarco cuenta en su obra “Vidas”, al narrar la de Pericles, cómo el escultor Fidias fue puesto en prisión acusado de haber robado el oro en la ejecución de la estatua de Athena Partenos, de lo que fue absuelto, más no le perdonaron el haberse representado, al igual que a Pericles, en la batalla de Teseo contra las Amazonas en el escudo de la diosa. Esto fue visto como un acto de arrogancia al incluirse en obra tan significativa, (Plutarco, 227).

Sin embargo, muchos siglos después al colocarse el artista como testigo y participante, autorretratándose, servía como mediador entre el espectador y el evento retratado; en una pieza de altar o de narrativa bíblica era considerado una profesión de Fe o simplemente como recordatorio del lugar privilegiado del artista creador.

Es interesante recordar una leyenda de raíz muy antigua en la que el evangelista Lucas había representado a la Virgen y al Niño al verlos en varias visiones, creando uno de los primeros retratos del natural de ambos personajes, por lo que era considerado el primer pintor cristiano y su santo patrón. Cerca a 1435-40, Rogier van der Weyden, (c.1399 / 1400-1464) miembro de la Guilda de San Lucas en Amberes, pinta “San Lucas dibujando a la Virgen” o “Virgen de San Lucas” adonde se ve tomando apuntes de la Virgen, llevando en la mano el instrumento de dibujo de la época, punta de plata, por lo que se le conoce como el primer autorretrato de un artista trabajando. Este tema religioso desempeñó un papel muy importante durante el siglo XVI justificando al Arte ante la amenaza de la Reforma iconoclasta de Martín Lutero.

San Lucas dibujando a la virgen o Virgen de San Lucas c. 1435-40. Óleo y témpera sobre tabla. 137,5 x 110,0cm. Museum of Fine Arts, Boston

Larga es la lista de los pintores que durante su producción se incluyeron como personajes: Massaccio, Rafael, Miguel Ángel, Vasari, Jan y Hübert van Eyck, Giorgione, Caravaggio, Rembrandt y artistas posteriores.

Regresemos al autorretrato de Alberto Durero a sus 13 años. El aún niño Durero se dibuja dos años antes de ingresar al taller de Michael Wolgemut, que como hemos visto antes, era el más prestigiado de la ciudad de Nuremberg. Este dibujo a la punta de plata es considerado como uno de los primeros autorretratos en el que un artista aparece sólo en el espacio compositivo y el primero también del que se tiene registro que represente una época tan temprana de la carrera de ningún otro pintor. Panofsky al hacer su descripción se concentra en las facciones del Durero niño y cómo éstas se pueden reconocer más adelante en el hombre adulto. Le sorprende el que haya escogido la técnica de la punta de plata expresándolo así: y es aún más extraordinario que escogiera para ello la punta de plata, un vehículo sumamente exigente que no permite ni correcciones ni acentuaciones por mera presión, y que por lo tanto requiere un grado poco común de seguridad, precisión y sensibilidad. No podemos olvidar que él ya había sido aprendiz en el taller de orfebre de su padre y conocía las técnicas mencionadas. El análisis formal que hace de esta pieza, pone en relieve la dificultad que tiene el artista al retratarse de tres cuartos y de media figura para resolver el cómo representar la mano que está dibujando así como los ojos que se están mirando en el espejo. La mano izquierda (que es la derecha frente al espejo) está oculta bajo el antebrazo y los ojos son añadidos posteriormente, por lo que presentan una mirada un tanto descentrada. (Panofsky, 43). Anzelewsky precisa que los trazos son aún inciertos y hace otro tipo de observaciones que sin embargo no debilita su reconocimiento de la importancia de lo que este autorretrato representa: una propuesta innovadora, y la confianza en sí mismo de un niño prodigio. (Anzelewsky, 19) .
Según Joseph L. Koerner, la coincidencia que existe entre este autorretrato y su inicio como artista pudo haber sido diseñada por el mismo Durero al haberla etiquetado años después y guardado para su colección. (Koerner, 37)

Iremos presentando otros autorretratos de nuestro artista en las próximas publicaciones.

Referencias:

  1. Koerner, Joseph Leo: The moment of Self-portraiture in German Renaissance Art, The University of Chicago Press, Chicago, 1993

  2. Perry Chapman, H.: Self-Portraiture A companion to Renaissance and Baroque Art, John Wiley and Sons, MAS, 2013

  3. Plutarch: Plutarch´s Lives, Volume I, The Modern Library, New York 2001

  4. Panofsky, Erwin: Vida y arte de Alberto Durero Alianza Editorial, Madrid, 1982

  5. Anzelewsky, Fedja: Dürer His Art and Life Alpine Fine Arts Collection, New York 1981

Siguiente
Siguiente

19. NÉMESIS