MATRIZ

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9. Haciendo historia II

El modelo de Vasari, quien en sus Vidas además de establecer una recopilación de biografías heterogéneas desde Cimabue  (1240-1302) hasta Miguel Ángel (1475-1564)  trató de demostrar que el arte había atravesado los procesos de la especie humana: nacer, crecer, envejecer y morir, y que con el conocimiento histórico de su evolución, en el caso de llegar a la última instancia, podía volver a tener otro Renacimiento. 

Su modelo biográfico con sentido pedagógico y moralizante (Ravenga, 4) es imitado en libros posteriores, muchos de ellos de carácter localista, sobre los pintores romanos de la época; venecianos; boloñeses; napolitanos; franceses; españoles y de los Países Bajos.

Karel van Mander (1548-1604), llamado el Vasari Holandés; por su trayectoria como pintor; fundador de una academia y escritor de las vidas de artistas en El Libro del Pintor (Haarlem 1583-1604) es autor de nuestro interés, por el capítulo que le dedica dentro de las 175 vidas que relata, a La Vida de Alberto Durero, excelente pintor, grabador y arquitecto de Nuremberg.   

Van Mander, establece, al igual que Vasari, que “la fama de los artistas prevalecerá en la historia si sus logros son documentados y explicados por escrito”. (Fernie, 45). Sin embargo, el paralelo más importante entre la Vida de Vasari y la de van Mander, es el haber coleccionado las biografías de los artistas como individuos y los hechos en la producción de sus obras.

La realidad de la sociedad del norte de Europa, los Países Bajos y Alemania, era completamente diferente a la de Italia del siglo XIV, XV y XVI.  Mientras en la península, los logros de los artistas se medían por haber alcanzado la perfección de la antigüedad clásica greco-latina, van Mander propone el nacimiento de una tradición artística posterior en Holanda a partir de la pintura de los Van Eyck (Jan van Eyck 1390-1441) quienes al igual que Durero, según el autor, trabajaban tomando como modelo a la vida diaria, sin tener como ideal de belleza una guía, haciéndolo con intensidad y gran laboriosidad en busca de sus objetivos. 

El Libro del Pintor consiste en tres partes de las cuales la central, dedicada a las biografías, está a su vez dividida en el mismo número de secciones: los pintores de la antigüedad; los artistas italianos de sus días; y los de su propia región, los Países Bajos y Alemania del Norte. 

Al narrar sobre Durero, dice no necesitar enumerar todas sus obras, por ser estas conocidas por los practicantes y amantes del arte “Igual que sus predecesores en su país se aplicó a las imitaciones de la vida en todo lo que hacía, pero sin buscar o escoger meticulosamente lo más bello de lo bello, como hicieron los juiciosos Griegos y Romanos, con gran discernimiento en la antigüedad……”

También menciona el viaje de Durero a Venecia a raíz de las 36 pequeñas xilografías copiadas por Marcantonio Bolognesi, ya descrito en la Vidas de Vasari, y el resultado de dicha gestión.  Asimismo, describe sus textos escritos con la finalidad de aportar a la teoría del arte y servir como guía a los jóvenes artistas del futuro.

Es curiosa la anécdota que cuenta sobre la ocasión en que el Emperador Maximiliano de Habsburgo habiéndole solicitado pintara una gran pared a la que Durero no alcanzaba a terminar por ser muy alta, le pide a un noble que le permita al artista pararse sobre él para que continúe con la obra, a lo que este no accede por ser un acto de humillación y desprecio hacia la nobleza. Maximiliano le responde que “Durero era noble por virtud de su arte, ya que él podía hacer noble tanto a un campesino como a un hombre ordinario, más nunca a un artista como él, de un hombre de la nobleza”. Si esta anécdota es apócrifa o no, lo que transmite es el alto concepto en que se tenía a Alberto Durero. 

 Cerraré este capítulo, al igual que el anterior con las palabras finales de Karel van Mander sobre nuestro artista:
 

“Alberto Durero, fue el más virtuoso y perfecto de su tiempo, quien no solamente fuera el primero de los Grandes Alemanes que incrementó, trajo fama y capturó el arte de la pintura dentro de reglas muy precisas, sino el que empezó a enseñar a sus seguidores con sus escritos, sus buenas maneras, inteligencia y habilidad excepcional….”
(Extracto, “El Libro del Pintor”).


 REFERENCIA

  1.  Ravenga Domìnguez, Paula:  “Sobre la Historia de la Historiografía Artística” 2005

  2. Saberes, Revista de estudios jurídicos, económicos y sociales.  vol 3. Separata

  3. Fernie, Eric : “ Art History and its methods: a critical anthology”  1995 / 2013 Phaidon Press. London

  4. Herrera, Martha; Espinosa, Lina: “Pintar y cartografiar” : 2014

  5. 5to Simposio Ibero Americano de Historia de la Cartografía, Mesa 12, Bogotá